Asentado en llano, con la iglesia en la periferia, el reducido caserío se organiza en torno a una pequeña plaza configurada por varias casas extensas, aunque lo habitual es la casa adosada. Conserva preciosas muestras de arquitectura popular (casas, pajares, cuadras), algún pintoresco pasadizo y encantadores rincones en los que emparrados y flores contrastan con los oscuros muros de mampostería y sillarejo, a veces revocados en color. Los sillares se usan en esquinazos y marcos de vanos tallados con muescas apuntadas, cruces, flores, etc. Alternan las portadas adinteladas y las de arco dovelado de medio punto o apuntado. Aún hay tejados de espantabrujas, algún horno, fogaril, etc. Del siglo XVIII, entre otras, la infanzona en varias casas, una de ellas cuya portada es todo un alarde de información.